domingo, 16 de septiembre de 2012

Un cambio

No creo, sino que estoy seguro que de que mis cuentas en las redes sociales tienen una fecha de caducidad cada vez más cercana. Nada tiene que ver con decisiones similares que personas de mi entorno más cercano hayan llevado a cabo; es más bien un atisbo de locura que pretende darle una vuelta de hoja a este panorama en el que me encuentro, ya que si algo he defendido a lo largo de los últimos meses es la idea de que las aguas estancadas, las que no van al mar, acaban por pudrirse.

Quizá haga que desaparezcan todos los discos, todas las heridas que no terminan de sanar y esa etapa adolescente en la que me encuentro todavía y que quiero dejar atrás. Que con dos décadas ya entre pecho espalda y un nivel académico llegando a su punto más álgido, va siendo hora de despertar esa otra pasión original que emanaba hasta los trece, antes de empezar a dar palos de ciego por culpa de esa música. Sí, le estoy echando la culpa a mis gustos musicales, pero los que se adhieren a este movimiento saben que se trata de algo más que un bombo y una caja: se trata de una forma de pensamiento y de conducta que ha ido descendiendo desde "el golpe sobre la mesa" a un "no estar contento con nada". Quiero librarme de ese estigma al precio que sea, no aguanto más.

Por ello tanta jaculatoria, para que el aire sea de algún color más vivo (rosado).