martes, 16 de octubre de 2012

Linterna interior

¿Nunca habéis sentido que sois esa mala compañía que ningún padre quiere para sus hijos? Yo sí. Me estoy pudriendo por dentro de forma creciente a cada segundo que pasa. No sé todavía el motivo de mi dicha en esta parte del texto, pero si estoy escribiendo en un blog que nadie lee en este momento es para llegar a algún tipo de conclusión increpando, nadando hacia el fondo.Y es que noto que todo me molesta y no puedo hacer nada para remediar esto. Siento algo parecido al odio por algunas personas que en realidad no han hecho nada para merecerse este sentimiento de tan algo grado en la escala de la negatividad, y que además desprecio. Siento una especie de impotencia cuando estoy con ellos, como si quisiera darles un abrazo y decirles "ven aquí, hermano/a, nunca ocurrió nada entre nosotros", pero que no consigo llevar a cabo ni alcanzo a imaginar como algo que pudiese ocurrir en el plano real.

Lo que más me duele realmente es que este comportamiento no se corresponde con lo que he sido hasta ahora y eso me lleva a pensar que quizá me haya echado a perder. Una voz en los adentros me dice, de forma casi imperceptible, que encienda esa linterna interior que puede acabar con la acumulación de oscuridad almacenada en este envase, pero no es tan fácil obedecerte a veces. Gracias a Dios la tengo a ella y tengo la certeza de que todo el mundo puede ser olvidado, pero nunca voy a conseguir estar en paz con nadie hasta que no consiga estarlo conmigo mismo. No me apetece escribir más y creo que no he llegado a ninguna conclusión, aunque no me importa...

sábado, 6 de octubre de 2012

.

Mi estómago parece el caldero de una bruja que no cesa de burbujear incesantemente. Siempre ocurre lo mismo cuando sé que se acerca un momento de sociabilización,  aunque en este caso se trate de caminar hacia la zona oscura. No sé ve absolutamente nada, y ello hace que los pinchazos abdominales sean triplemente mayores. Creo que de un momento a otro me voy a desmayar; mis párpados ya son esclavos de una gravedad superior que los empuja hacia el piso. Quizá... yo... (habla la lengua de trapo).

¿Podré tomar esa puerta y no decaer ante la presión y la asfixia? Allí abajo la temperatura ambiental es altísima pues los moradores de ese lugar tan inerte emiten un calor sobrehumano que yo nunca experimenté en mis propias carnes y que me abruma completamente.