domingo, 17 de abril de 2011

Ser un niño.

Por favor, comienza leyendo la última frase.
Seas quien seas:
Hace unos días me ocurrió algo que me dejó tremendamente vacío: cerré mis ojos, y tan sólo vi negro. En ese momento recordé cuando era niño, e instantáneamente encontré en ese pequeño archivador que es el cerebro lo que más temía: antes era capaz de ver cuanto quisiera con los ojos cerrados, ahora, sólo negro. Me di cuenta entonces de que la edad hace estragos en el ser humano, que los adultos son sólo una serie de engranajes que mecanizan un mundo elitista en el que es son más importantes unos papelitos de colores que un cerebro imaginativo.

Al rato, pensando que si me esforzaba podría ver algo más que negro, miré en una estantería y encontré uno de esos cuentos que hacen historia: “El principito”. Abrí por una página al azar y la leí. Decía así:

La visita al tercer planeta fue algo breve pero suficiente para entristecer al principito. Vivía en él un bebedor.
-¿Qué haces allí?-interrogó el bebedor, ubicado silenciosamente entre una vasta colección de botellas llenas y otras vacías.
-Bebo-contestó el habitante algo lúgubre.
-¿Por qué lo haces?-preguntó el principito.
-Para olvidar-contestó el bebedor.
-¿Qué es lo que tratas de olvidar?-inquirió penosamente el principito.
-Que me siento avergonzado-confesó el bebedor inclinando hacia abajo la cabeza.
-¿Avergonzado de qué?-intentó averiguar el principito con el propósito de ayudarle.
-¡Avergonzado de beber!-concluyó el bebedor quedando definitivamente sumido en el silencio.

 En efecto, en eso es en lo que nos convertimos cuando caemos en el error de dejar de ser niños, así que, en ese momento, con todas mis esperanzas puestas en volver a mi infancia, retrocedí hasta la primera página y comencé a leerlo. Cuando lo terminé me paré a interpretar las palabras de Antoine de Saint-Exupéry, y saqué algo en claro, “El principito” es algo así como un manual para volver a ser un niño. Bajé los párpados, que en ese momento fueron el más imprescindible de los telones cerrándose y separándome del mundo,  y en un instante me encontré flotando en medio del océano, sólo. Escapé de la realidad. Era un niño de nuevo.  El vacío que sentí al principio de esta historia había desaparecido. Me encontré de nuevo lleno de ideas, de imágenes, de sonidos, de olores, en fin, de lo que quisiera.

Ahora me hallo envuelto en una batalla por hacer que todo ser humano que se cruce conmigo siga el mismo camino que yo. Pretendo mostrar a la gente en qué no debe convertirse. Algunos, con sus absurdos métodos pedagógicos, creerán que un niño debe crecer para convertirse en adulto, y así meter a otra oveja más en el rebaño, yo no. Otros intentarán hacer madurar vuestras almas antes de tiempo, yo no. Intentaré llevar vuestras mentes a tiempos pasados, a cuando no erais más que unos niños con la vida por delante. Estaré encantado de pasear por vuestra corteza cerebral mientras se me permita escribir para vosotros.

Cierra los ojos. Si ves negro, lee desde el principio. Si ves lo que desees ver, vuelves a ser niño, enhorabuena, eres uno de los pocos Licenciados en Imaginación.



Por: José Alberto

1 comentario: