viernes, 21 de octubre de 2011

En esta noche de ninfómanas estrellas y traviesa luna, me muero por echar el tercero sobre algún lecho que nos acoja, y a nuestras ganas de comernos vivos. Yo no era vampiro hasta que te conocí, tenlo claro, pero debes de ser algún tipo de sal roja; de esas que provocan una sed de sangre enfermiza. Hace tiempo que no sonreía tanto; hace tiempo que miraba las hojas caídas por el otoño cobrizo. Me apetece tanto llenar páginas enteras con versos de melancolía y llantos de alegría de forma intercalada para después esperarte en el andén que nos conoce y dártelas mientras me sonrojo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario