martes, 14 de junio de 2011

Muros de hormigón

Comienzo sincero: he amanecido con mono de tus palabras. Estoy totalmente seguro de que ya no echas vistazos furtivos a lo que moldeo con estas manos de santo. Será por eso que no me esmero lo más mínimo, y he perdido esas facultades que me caracterizaban ante tu atenta mirada.

Me encanta saber que te evades a ratos, que yo soy la bala perdida y que nunca perdiste la consciencia; si te soy sincero, yo nunca la encontré. Soy un ave de paso, como el maestro Manolo y, como a él, a mí también me desagrada la idea de morder el polvo. Lo dije en verso y ahora lo repito en prosa con el pulso nervioso y la euforia de capa caída. Además, tengo la sesera llena de conceptos absurdos que, dentro de un par de puestas de sol, serán pasto del recuerdo inexacto; de la nada.

No encuentro nada más apetecible en estos momentos que traspasar estos muros de hormigón que entrecortan mi frenesí. Y no me refiero a lo físico, creo que los que han intercambiado conmigo más de una idea tienen este punto bastante clarificado. Todos los días  visualizo con atención el diálogo de El indomable Will Hunting en el que Robbin Williams reflexiona sobre el conocimiento y la experiencia con el ya no tan joven Damon, y ardo en deseos de caminar hacia ningún lugar, simplemente para hacerme una pequeña idea sobre el olor de la libertad absoluta. Me he cansado de interpretar,  de imaginar, de visualizar. Me conformo con sostener entre mis manos un pequeño ramo de flores silvestres, de las que crecen al borde de la carretera y son salvajes por naturaleza.

¿Qué mejor manera de asesinar a la monotonía?



Daniel Carrascosa Costa.

1 comentario:

  1. Queda genial cómo demuestras tu estilo a partir de tus pensamientos, no digo las palabras, me refiero al estilo en sí. Me gusta cómo escribes. Gran mensaje!!

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