Pierdo el norte a ratos,
a cada momento;
deja de acariciarme
con esas extremidades deshidratadas
que no untan una pizca
en el manantial del deseo propio.
Hablo de soledad.
Pierdo el norte a ratos,
a cada momento;
déjame ver bajo tu ropa,
que hace varios días
que el grillo fue enmudecido;
sabe Dios por qué,
sabe Dios desde su tumba.
Hablo de velcros rotos.
Pierdo el sur a ratos,
casi nunca;
es una sensación más cercana al verde hoja
que al rojo de mi cielo sangrante;
es tan denigrante la subordinación
a un corazón desconocido
que no sé si palpita
o se esconde de la bestia,
sofista, embustera.
Hablo de mí.
Lo has escrito tú? Me encanta
ResponderEliminarSí, es mío :)
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