jueves, 21 de julio de 2011

La hermana de mi madre siempre fue una gran fan de Mickey Mouse, los lunares, los libros de autoayuda y las muñecas de trapo; siempre la caracterizarán, aunque su piel sea la viva imagen de un papel arrugado y sufra cojera en cualquiera de sus piernas. Su permanente y actual soltería también le otorga ese matiz que no tienen el resto de mis seres queridos, ya que ante mis ojos será eternamente joven, como si fuese la poseedora de un elixir de la vida eterna que no está al alcance de cualquiera. Tiene un espíritu independiente, o eso me he empeñado en creer desde que salí por el coño de madre, pues no es difícil que en realidad sea una buscadora incansable de la normalidad que todos poseemos, y que a mí me decepcionaría que tuviera.

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