miércoles, 6 de julio de 2011

Recuerdo al ver tus palabras, es inevitable. Borrones a lápiz que ya conocía en lugares inusuales, llenando mi presente de días pasados y, sobre todo, de presente. Qué quiero beberte a tragos en atardeceres sin dueño, en terrazas que son subterráneo de un manto de estrellas, allí donde los sueños alimentan a las almas despiertas... eso lo saben tus labios. Las yemas de mis dedos dejaron huella en ellos con surcos de caramelo, con te quiero ahora y me la sudan las golondrinas que pían allá fuera. Sé que le duele a tu encanto saber que lo que digo es cierto, y que este sobre cerrado que contiene tu nombre escrito con la tinta de mis lágrimas descansa en el interior de nuestro buzón compartido, esperando en secreto a ser abierto cuando mi conciencia arda entre las llamas de la revolución propia. No te imaginas la invasión de "aquí pasa algo" y no sé qué es, que sufre mi estado mental. Me pone la piel de gallina la aureola que desprendes, y por mucho que mi hipócrita moralidad intente hacerme retroceder con corrientes eléctricas, bebe rubia la cerveza... y el final es tuyo. Si te vas me quedo en una cárcel sin salida, nunca lo olvides.

Cecé







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